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De la prisa al progreso: cómo la urgencia puede destruir lo valioso

Feb 20, 2025

“Me urge bajar de peso, Dr. Mau. Tengo la boda de mi hermana en 2 meses y debo verme espectacular. ¿Qué puedo hacer para obtener resultados rápidos?”

 

Esta pregunta, como decimos en mi país, es el pan nuestro de cada día en consultorios médicos alrededor del mundo. Casi siempre respondo: “Lo debiste haber pensado hace un año”, y suelto una carcajada amable. Luego aclaro que es broma.  

 

Pero esta pregunta refleja una verdad mucho más grande y poderosa, una que nos puede (y debe) enseñar mucho. Una verdad que puede hacer tu vida más estable y libre de dramas innecesarios.  

 

La urgencia es la nueva moneda. La inteligencia artificial nos promete respuestas en segundos, programas de edición de videos fabulosos sin esfuerzo y en minutos, ¿encontrar pareja en una app? Fácil, solo desliza el dedo, amigo.  

 

A veces estoy en Amazon comprando algo que necesito y me molesto porque no lo encuentro en menos de tres minutos de búsqueda. Incluso me ofendo cuando el buscador de la plataforma no detecta mis “gustos” con precisión. Esta es nuestra nueva realidad, y para aquellas personas con tendencias a la ansiedad, la vida se vuelve muy complicada. Vivimos en un cronómetro que no se detiene.  

 

Sin embargo, existe el otro lado de la moneda. La rapidez en la acción puede salvar vidas. Cuando estoy en la sala de emergencias y atendemos a un paciente en paro cardiorrespiratorio, debemos actuar rápido y de manera decisiva. En ese escenario, la urgencia es tu mejor aliada, especialmente si ya tenemos mapas mentales establecidos que nos permiten actuar con conocimiento.  

 

Pero mantener a raya la grasa abdominal, aumentar la masa muscular, comer saludablemente en medio de una rutina de vida incierta, ir a la cama temprano eliminando distracciones y dejar de beber… ¡eso lleva tiempo! Tienes que estar preparado para enfrentar una larga lista de errores, cambios emocionales, alteraciones en las relaciones interpersonales, elecciones presidenciales, etc. Esto lleva meses o incluso años.  

 

La urgencia es uno de los asesinos más comunes de los estilos de vida saludables. Nos impulsa a actuar de manera desmedida, pasa por alto el uso de la razón y nos aleja del panorama general. Y este alejamiento de lo que realmente importa es el ethos de este asesino serial.  

 

Planear un estilo de vida saludable no solo implica elegir hábitos basados en la ciencia y probados en ensayos clínicos con humanos. También significa seleccionar hábitos que puedan sostenerse en el tiempo y que te permitan dejar espacio para la incertidumbre de la vida. No solo tendrás la boda de tu hermana; quizás también la primera comunión de tu sobrino, los 50 años de tu colega o una cita amorosa que surgió de la nada. ¿Vas a vivir siempre presa de la urgencia?  

 

Todos vivimos en un equilibrio frágil que a menudo se descontrola y debemos reajustar. Pero en este equilibrio, por más delicado que sea, encontramos la oportunidad de hacer, conocer y aprender. La urgencia bloquea el proceso de aprendizaje, porque este se fortalece con la planificación y el tiempo. No te desvías por la temporalidad, sino que dejas que tu proceso madure, te revele verdades ocultas tras años de ver Netflix y te permita entender qué es lo que realmente vale la pena.  

 

Años de evidencia científica han demostrado que los pilares de la salud —mantener un peso estable, comer una dieta rica en frutas y verduras, hacer ejercicio, no fumar, beber con moderación, etc.— no dan sus frutos de inmediato, sino después de décadas. Así lo hemos comprobado con la reducción de infartos, embolias cerebrales y otras enfermedades. Es un proceso largo y constante. La urgencia es la antítesis de esto. La urgencia mata este proceso antes de que nazca.  

 

Tú no mereces algo rápido. Mereces algo bien hecho. Mereces comenzar un estilo de vida saludable en medio de esta vida caótica y tiempos inciertos, con un plan y una mente serena. Cuando caminas, puedes ver el paisaje, oler las flores y saludar a los transeúntes. Cuando corres, esto se hace más difícil. No es que correr sea algo anormal, pero debe usarse cuando se necesite, no todo el tiempo.  

 

Como médico, he visto la tragedia que la urgencia induce en personas bien intencionadas. La he visto en mí mismo, especialmente al tener tendencias a la ansiedad. Esta es una de las razones por las que adoro levantar pesas. El levantamiento de pesas te enseña método, paciencia, disciplina y humildad. Humildad porque no puedes llegar el primer día y levantar una mancuerna de 30 kg; si lo haces, podrías terminar en el hospital. A las fibras musculares no les importa tu horario o tu prisa; tienen un proceso natural de destrucción, inflamación y recuperación. Esto ocurre en un tiempo definido por procesos fisiológicos que juegan a tu favor, no por tu iWatch o por la fiesta en la alberca que se aproxima pronto. Sorry.  

 

Todo lleva tiempo, paciencia y disciplina. Puedo decir, de manera personal, que entender esto —realmente entenderlo— marcó el inicio de mi fase de adultez.  

 

Mi experiencia es que aceptar esto, paradójicamente, hace que las cosas sucedan más rápido que si actuáramos abruptamente por periodos cortos y sin aprendizaje alguno. La urgencia, en la larga carrera de ser saludable, no es tu amiga. 

 

Tú mereces el regalo de prestar atención, sonreir y disfrutar tus logros, en paz.  



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